A sus ordenes señora

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Hay verdades en urgencias que no se pueden eludir y esta es una de ellas.
Cuando vas a un domicilio a las 5 de la mañana y te encuentras a una paciente mayor, perfectamente vestida y arreglada, con su jersey, chaquetón y bolso, y cuando tú todavía no acabas de entrar a su casa cargado con las mochilas ya le escuchas la frase «¿ya llegó la ambulancia?» y enseguida ves que se pone de pie como si llegara tarde a una cita. Es que le va a dar igual lo que digas o hagas después de explorarla. Ella irá al hospital a que la vean si o si.
Compañeros, amigos del gremio, residentes y estudiantes de enfermería, ¡nadie está tan bien peinada a esas horas de la madrugada para quedarse en casa!, ¡nadie!. Sería todo una ofensa dejarla, si no para que creéis que llama.
No suele ser la primera vez que lo hace, es experta en estas batallas. Ya tiene preparada la carpeta azul con sus antiguos informes de ingresos hospitalarios junto con todas sus medicinas en una bolsa. Hasta conserva esa arrugada caja de aquel medicamento que un día su médico le recetó y no le sentó bien, para que no se lo prescriban nuevamente. Y es que lo mires por donde lo mires, no hay excusas para dejarla en observación domiciliaria, la puerta de urgencias del hospital no se puede perder su visita.
La tensión, saturación de oxígeno y glucemia mejor que la de gran parte de mi equipo de urgencias a esas horas, un color de piel envidiable y lleva puesta su colonia de los domingos. Además, la vecina ya sabe que le tiene que regar sus plantas. Nada que hoy toca viaje.
Las fotos del salón nos descubren que tiene una familia numerosa e ilusamente pienso que tal vez alguien pueda acercarla al hospital. Pero ella rápidamente me baja de mi nube y suelta la tan repetida frase, «no quiero molestar a mis hijos porque ellos mañana trabajan».
Así que solo me queda sonreir, sobredosis de paciencia y solicitar la ambulancia. Si no la derivo yo, más tarde le tocará a mi compañero.
En definitiva, hay fuerzas de la naturaleza contra las que no se puede luchar, y por mi experiencia se, que esta es una de ellas.

JM Salas

{Este post aparecerá en el libro Con Tinta de Médico. Diario de un Médico de Urgencias adicto a la noche}.

5 comentarios el “A sus ordenes señora

  1. Palabras clave de éste relato : soledad y comunicación. (falta de comunicación)
    ¿Qué hace una señora a las 4 de la mañana arreglándose, sola y sin querer llamar a su familia?.
    Me genera compasión. Es un artículo duro y necesario para reflexionar en modo ético. Podemos generar risas innecesarias.
    Un saludo rosa

  2. Gracias por los comentarios. La idea de los post de este blog es generar una reflexión, el disfraz puede ser una sonrisa, una lágrima o un puñal. Pero no hay que quedarse con la envoltura sino con lo que hay en su interior.
    Gracias por compartir vuestra opinión, Isa, Mari Carmen y Rosa.
    Un saludo.

  3. Cuando los recursos se usan mal nos desencaja un poco…Pero yo estoy con Rosa y la empatia en nuestro trabajo debe ser una constate, ya que el que al final acaba sufriendolo es el paciente… en este caso, otro tanto mas de espera por su ANA (o su TAXI)… Asi que, ¿quien empieza la educación sanitaria?
    salu2.

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