Fiebre fashion week

fiebre 4

El mismo techo blanco de siempre, aire caliente centralizado cual secador de pelo directo al pensamiento, cansancio, a diez minutos de que termine mi turno a las 4.00 am, suena el timbre, escucho voces  y me levanto. Recorro el pasillo, sillas vacías me marcan el camino, al fondo ya distingo el motivo urgente con aires de visita inoportuna, un niño con fiebre en brazos de sus padres.

Va a la moda, coloretes, somnoliento, bata de temporada, 39ºC y abrigado hasta la coronilla, no quiera Dios que se le escape la fiebre durante el camino.
Me sobra preguntar que le pasa porque hace tiempo que aprendí a valorar lo que me regala una mirada, por defecto lo hago, hoy tampoco me sorprenden, «tiene fiebre y no le baja».

Ya en faena me acuerdo del post de Amalia, compañera pediatra de la blogosfera sanitaria y le repito «la fiebre tiene un plan y lo va a cumplir», mi sonrisa no se acompaña de una paternal reciprocidad, las horas y el trabajo que les espera mañana no son mi aliado.

Lo exploro, escribo en la historia clínica cual letra de médico versión cuatro de la mañana, no muy querida por los compañeros farmacéuticos auténticos traductores de tantas guardias. Les explico el tratamiento y unas recomendaciones. Nada nuevo, seguir con lo mismo. Sus caras me reflejan un «para esto hemos venido». Sé cual va a ser su siguiente pregunta y me anticipo, le hablo de los medios físicos para bajar la fiebre y cuando deben regresar a Urgencias.

Justo a tiempo, el sonido del reloj me recuerda que mi turno ha terminado. Envuelven al niño, parece un Durum de ternera con ganas de comerse la cama. Es pequeño para quejarse de su viaje de madrugada.

Sus pasos se alejan de mi sufrida consulta, la cual tiene aires de echar ya la persiana. Papelera que reclama ser vaciada, camilla que nos confiesa cuanta gente la visitó esta guardia. Y mis ojos, que se cierran deseando que ya se abran por la mañana.

4.15 am, suena el teléfono, nos activan para una urgencia, mi compañero sale, escucho su veloz escapada. Cierro un segundo los ojos y suena otra vez el timbre, padre, madre y otro niño que va a la moda, la historia se repite, distintos actores para un mismo problema, ¿será esta la semana de la Fiebre Fashion Week?.

No me queda otra, sonrío y pienso que el día que me moleste, será el indicado para cerrar mi temporada de guardias.