Yo también soy negro ¿y tú?

negro

Piel negra, obesidad ausente y sangre roja.

Cuerpo adornado con músculos desarrollados sin inscripción a gimnasio alguno.

Alma herida por cuchillas que dejaron huella, roto por un salto no olímpico sin medalla. Mapa de cicatrices, recuerdos de un largo camino.

Fuerza de hombre, inconsolable llanto de niño que explota al conseguir su objetivo. Lágrimas de alegría. Memoria cargada de recuerdos de un viaje, feliz por los que llegaron, triste por los que se quedaron.

Asistido por los incondicionales Ángeles de Rojo, que lo calientan con una particular manta y el abrigo del contacto humano.

Sin pasaporte, nombre o pasado. Busca un presente robado desde hace años, por los mismos que ahora juegan con su futuro. Termina recluido temporalmente bajo otros muros esperando ser libre en la península. Nadie se atreve a darle la noticia, nadie se atreve a darle la bienvenida a este Edén en liquidación, un lugar de trabajos precarios, viviendas hacinadas y ausencia de regularización administrativa.

Tal vez después de un tiempo por estas latitudes, perderá lo poco que tenía, su salud. Y no por una enfermedad importada sino por una que será secundaria a su particular tren de vida. El sistema lo excluirá, porque levanta muros invisibles imposibles de traspasar. El paro no le ayudará a integrarse y la sociedad que en un pasado reciente lo acogía ahora lo verá como su enemigo.

Y llegará un día en que sus músculos se resentiran, sus fuerzas se agotaran y su espalda también le dolerá. Las lumbalgias no distinguen de razas, ni de color de piel.

Una noche después de tanto sufrimiento se sentirá sólo. Pensará que tal vez nunca debió saltar ese muro, y que la suerte que corre en el primer mundo nada tiene que envidiar a la que tendría en el mal llamado tercero.

Cuando sus sueños se vuelvan pesadillas y las nubes no le dejen ver la luz del día, yo le miraré a los ojos y le diré, que no se rinda. Que yo también soy negro. Que yo también soy africano. Que yo también soy inmigrante.

Porque lucharía como él por un futuro.

Porque me escaparía de la guerra, de las mutilaciones y del terror de un rentable caos.

Porque daría mi vida por alimentar a mi familia.

Porque me dejaría la piel en la frontera por buscar un abrigo para los míos.

Porque cruzaría nadando el mar por tener una oportunidad en la vida.

Porque yo también saltaría la valla, y no me importaría lo alta que la pusieran.

Por eso, yo también soy negro. Yo también soy africano. Yo también soy inmigrante.

¿y Tú?

JM Salas

{Continuará en el libro Con Tinta de Médico, reflexiones de un médico de urgencias adicto a la noche}  

 

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